Sale una nueva mini entrevista, ese clásico del periodismo digital (ponele). En esta ocasión le hice 5 preguntas al músico y productor musical mendocino, Leandro Lacerna, para saber qué está haciendo y por qué.
Para quienes estén como el meme de Moria preguntándose quién es Lacerna, se trata de un músico, compositor y productor musical mendocino que tiene una muy amplia trayectoria en la música nacional. Cuenta con más de 6 discos editados, su último lanzamiento fue Supersad (2021), un trabajo compuesto por 10 canciones y colaboraciones de artistas como Mariano Di Cesare (Mi Amigo Invencible), Ignacia Etcheverry, Paula Neder y un largo etc.
Sin embargo, ahora está más enfocado en la producción musical y en ayudar a los/las/les artistas/es a concretar sus ideas. Podés escuchar su música y todo lo que hace en este link. Pero antes leé la nota, si no “¿pa’qué?”
– ¿En qué consiste el trabajo de producción musical?
Yo pienso que es un rol parecido al que tiene, por ejemplo, un director de cine que es la persona que maneja muchos lenguajes dentro de una disciplina -en este caso sería la música-, lenguajes artísticos, técnicos… y que propone una visión global para integrar estos campos. Como una especie de negociación entre la imaginación y lo posible. Es alguien que ayuda a un artista -que tiene una idea, una visión-, a concretar esa idea con parámetros existentes: un determinado sonido, una determinada estructura de una canción.
Sería una especie de chef que sabe que en la combinación de ciertos elementos logra ciertos sabores, cierta gusto en la gente que va a comer, en este caso a escuchar.
Pero bueno, también como en la dirección de cine, o un chef, hay una gran parte de técnica pero otra gran parte de creatividad, donde la innovación está justo en mezclar ciertos elementos de diferentes formas. Y como, en este caso, el trabajo generalmente está asociado al pedido de un artista, se trata también de estar permanentemente en una cuerda floja haciendo equilibrio entre la creatividad y la concretitud. Como entre Acuario y Capricornio (risas). Entonces, a veces, la creatividad se activa ahí también ¿no? en cómo concretar una idea.
– Leí en tus redes, que vas a alejarte un poco de los toques propios para dedicarte más a la producción musical ¿Por qué? ¿Qué te llevó a concentrarte más en tu laburo como productor musical?
Esta decisión tiene que ver con la administración de los tiempos y las energías personales. Siempre he sido una persona muy manija, en un momento estuve en 3 o 4 bandas, incluso en la secundaria estuve en 6 bandas en un momento. Entonces empecé a trabajar, inclusive con la producción musical, y paralelamente estaba con Los Coholins, con los proyectos solistas, con Submarino… y sí bien el balance de alegría es enorme porque con todos esos proyectos siempre ha sido muy lindo tocar, crear… a nivel energético, el costo estos últimos años ha sido un poco alto, entonces, fue una decisión para cuidarme de ese burnout. Y porque siento que el estar en un montón de actividades diferentes, genera un fuera de foco.
También, tal vez, es porque mis proyectos solista es una música “sad”, más “de nicho” y en cambio con la producción entró en diferentes mundos de la música, es como un poco más expansivo. Y tengo ganas de expandirme, de conectar también con otros “mercados”, otras provincias, países, otras músicas… quiero estar como más disponible de tiempo para eso, viene por ahí.
– En tiempos de canciones para hacer “challenge” en TikTok con ritmos “contagiosos”, ¿Cómo producir musicalmente a un artista? ¿Se finge demencia y se hace la música que pinta o hay ciertas pautas del mercado que se toman en cuenta?
Eso depende mucho de lo que esté buscando el artista. Si hay un artista que quiere tener una canción que antes del minuto tenga un estribillo y que sea súper pegadiza… yo no soy quién para poner trabas en el camino. Si el objetivo del artista es sonar en TikTok, mi energía va a estar puesta en eso, en conseguir ese objetivo técnicamente lo mejor posible, siempre con cierto porcentaje de riesgo, cierta innovación.
Si yo me opusiera, dijera “no, esta canción debería tener un desarrollo”, no estaría entendiendo lo que me está pidiendo el artista, entonces no estaría haciendo bien mi trabajo (según mi visión). El artista que viene a proponerme eso, me parece un desafío interesante porque tampoco es fácil sonar en TikTok, hacer una canción simple, ganchera, entretenida, etcétera.
– ¿Qué te sorprende de la camada de artistas jóvenes que se acerca a tu estudio?
No sé si “me sorprende” pero siento la confirmación de que hay una generación que tiene muy poco prejuicios de género musical, que no viene como a decir “no mirá, yo quiero hacer hip hop de la Costa Este de 1987”, no, vienen como con una ensalada de sonidos, de artistas y tiene mucho menos miedo a cruzar una línea. Tal vez puede ser cierta posmodernidad, puede tener un lado negativo pero yo lo veo como algo muy positivo.
A veces me sorprendo con cuáles son las historias de cómo conectaron con la música, que obviamente eso va cambiando con el tiempo, a veces eso es cíclico también. Hay chicos que vienen a grabar y me cuentan escuchan cosas como Zeppelin, Pink Floyd, Nirvana. Son bandas que yo escuchaba cuando tenía esa edad, entonces creo que ya hay como algunos tótems que siguen… Entonces me llama la atención eso, que además de escuchar lo que está sonando ahora también se hagan tiempo para escuchar «cosas viejas» (por llamarlo de alguna manera).
– ¿Cuál es la parte más difícil, o la que menos te gusta, de tu trabajo?
No son muchas las cosas que no me gustan pero, en general, me aburre mucho los trámites, algunas cuestiones burocráticas que tiene a veces el trabajo… El papeleo qué hay que hacer a veces, o la organización de horarios y los malabares de los tiempos vitales que tenemos. Pero no hay mucho que me moleste porque cuando me siento a hacer música, generalmente, soy muy feliz.
No me gusta cuando el “día a día” se ve muy involucrado en el trabajo. Por ahí vienen artistas que tienen unos problemas muy concretos y cuestiones que tal vez son para tratar en terapia, o con un familiar, o con una pareja… Es como si tuviera un rol “ma-paternal” o de psicólogo, me aburre un poco. Después de la sesión de grabación, o de creación, sí, vamos a tomar una birra, charlemos de lo horrible o hermosa que puede ser esta vida pero en el momento siento que la energía se dispersa un poco. Obviamente, cuando uno está creando, esas cuestiones del mundo de afuera están, pero me parece que está bueno que estén convertidas en arte, por así decirlo, y que no estén como todo el día ahí sobre la mesa. De todas maneras, no pasa tanto.
También me ha pasado, poco por suerte, que yo hago un trabajo donde estoy a disponibilidad del artista para lograr su objetivo, pero yo nunca siento que esa persona sea mi jefe y mi jefa, o tengamos está modalidad de trabajo donde haya algún nivel de jerarquía. Sin embargo, poco pero me ha pasado, algunas personas sienten que por estar pagándome tienen el rol de jefe o que pueden decirme cualquier cosa de cualquier modo, o que pueden ejercer cierta hostilidad. Ahí ya me pongo chinchudo y me quita energía. Trato de aclarar que no funciona así, que me están pagando para ayudar a que sus ideas se concreten y no para explotarme laboralmente, maltratarme o algo así. Trato que no haya espacios para eso, no sólo a mí, si no con el resto de las personas con las que trabajo, así sea de manera ocasional.
Pareciera que fuera una persona con problemas con la sociedad pero no, repito, yo creo que deliberadamente estamos haciendo arte cuando estamos haciendo canciones, un disco, singles, música para una película, lo que sea… estamos haciendo ficción y creo que el arte aunque hable de cuestiones del “mundo real”, igual es ficción entonces me gusta crear un espacio lindo para que esa ficción aparezca.
*Foto de tapa: Leandro Lacerna – Entrevista: Analía Martin